Todo es posible… pasajeras al tren, por Mª Ángeles Bustamante Ruano


La primera vez que luché activamente por nuestro derecho a decidir, tenía unos quince años aproximadamente. Eran los ochenta. Se suponía que íbamos a darle la vuelta a nuestra sociedad, borrando de un plumazo todo lo gris que en ella quedaba. Yo fui de esas niñas que tuve la suerte de rodearme de un profesorado capaz, sin temas tabúes. Es por ello que, en clase, muchas veces debatíamos sobre todo ese tipo de temas que permiten a las personas ser ciudadanas de pleno derecho. Una pensaba que los ochenta habían quedado atrás; pero hoy sabemos que no es así… De nuevo, nos desteñimos a marchas forzadas, empezando a adquirir un color gris muy arcáico y mugriento.

La mugre se filtra por todos los recovecos. Es pegajosa. A una le duele escribir estas palabras; pero estamos en tiempos mugrientos. Tiempos en los que se nos intenta meter en un pozo sin fondo. Si ello es así en cuanto a todos los derechos, todavía lo es más en cuanto a los derechos de las mujeres. Esos derechos que nuestras ancestras lucharon para nosotras y que nosotras prometemos seguir defendiendo, con uñas y dientes, para quienes ya están y vendrán.

Las infamias padecidas han sido muchas: recortes escandalosos en cuanto a la prevención de la violencia de género; Estadísticas no muy acertadas y exactas al respecto; Imposiciones de modelos familiares inexistentes; Desaparición del Ministerio de Igualdad en el BOE, ni está ni se le espera… la verdad es que los brutales recortes en políticas de igualdad son tantos que necesitariamos muchas más hojas. Y entonces llega el 20 de noviembre de 2013 -aunque bien podría haber sido un día de hace muchos años- y nos cae encima una contrarreforma perversa que, además, dice ser garante de los derechos de las mujeres ¡casi nada!

Y de nuevo a una la llevan a los ochenta, así de un día para otro. Las consignas antiguas, las canciones reivindicativas, las muchas luchas y agravios sufridos a pie de calle vuelven a nuestra mente. Siempre he tenido muy claro que los derechos que no avanzan, retroceden. Quizás, de este billete al pasado se puede extraer una conclusión: nunca hay nada consolidado y mucho menos en cuestión de derechos. Ello ha de ser el acicate que nos haga gritar a los ocho vientos: yo soy una ciudadana, ni un paso atrás. ¿De verdad quieres dejar de serlo?, yo desde luego no.

Concepción Arenal decía que “todas las cosas son imposibles mientras lo parecen”

Concepción Arenal decía que «todas las cosas son imposibles mientras lo parecen». Y llega un día en que una acción humilde a manos de la Tertulia Feminista les Comadres y de Mujeres por la Igualdad de Barredos se convirtió en un POSIBLE, con mayúsculas, extendiéndose por todo el Estado como una llamada visceral. Una de las miles de mujeres y hombres que respondieron a esta llamada, he sido yo. Y aquí estoy haciendo una cronica sumamente subjetiva de mi experiencia ese día en Madrid.

Bueno, como una está un poco delicada de salud, decidí irme el día anterior. Me perdí unos maravillosos viajes en tren y autobús rodeada de socias de la vida [1]. Además esa noche dormí fatal. No por la cama, que era muy cómoda, sino por la intuición certera de que al día siguiente íbamos a escribir un capítulo más de activismo feminista. Y, entonces, llegó el día siguiente. Me fui pronto a Atocha, no quería perderme ni un segundo. Estuve en el recibimiento a las asturianas [2]. Breves instantes de gritos «sí se puede, sí se puede», emoción a raudales, reconocimiento a las otras. Todo ello acompañado de música y canciones. Posteriormente salimos de Atocha y la vista fue algo sensacional, cientos y cientos de mujeres y hombres bajando la rampa, esperando arriba, asomándose por todos los rincones. Y aquí estamos, que no lo olviden nunca. Subí por la rampa, me costó mucho; pero no agobiaba, sino más bien permitia recrearse en el momento, en estar, en ser. Como feminista que soy, siempre he sentido que formo parte de un todo muy extenso, ese día fue algo más que sentirlo. Una vez llegada a arriba del todo, la imagen fue genial. Había muchísimas personas, muchas consignas, muchos carteles, mucha energía, mucha lucha. Era muy díficil andar, decidí avanzar hasta El Prado y permitirme ser una espectadora de esa gigante marea violeta [3]. Y durante horas allí estuve. Comí con mis compañeras feministas de Valencia, bueno en realidad me invitaron a comer (muchas gracias a Candi, a Ángela, a Cris y a muchas más). Nunca imaginé que iba a comer al pie de la fuente de Neptuno. Fue rápido y acudimos a la asamblea [4]. Yo estaba muy cansada, pero la ilusión de compartir me pudo. Allí estuve escuchando a las compañeras de Asturias y a decenas de mujeres y algún hombre que participaron en la asamblea. Las interrumpiamos en muchas ocasiones, con gritos, con indignación, con fuerza… no pasaran. Y acabó, pero solo la asamblea; porque esa energia, ese empoderamiento nos lo llevamos puesto para seguir día a día.

Yo ciudadana de pleno derecho digo:

Retiren el anteproyecto ya, nada de suspensión, ni hivernación. Nosotras parimos, nosotras decidimos… no lo olviden nunca.

NOTAS:

[1] Libro de Marcela Lagarde y De los Rios, PARA MIS SOCIAS DE LA VIDA, Horas y horas, 2005.

[2] Para visionar el vídeo puedes visitar mi Web: https://www.lrmcidii.org/es/tren-de-la-libertad-recibimiento-en-atocha-madrid-video/

[3] Para acceder a las fotos puedes visitar mi Web: https://www.lrmcidii.org/es/tren-de-la-libertad-fotos/

[4] Para acceder a la grabación efectuada puedes visitar mi Web: https://www.lrmcidii.org/es/tren-de-la-libertad-asamblea/

Fuente: Revista con la a

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