Concentración del 1er aniversario de la muerte de Masha Amini, València

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MANIFIESTO Solidaridad feminista transnacional con el levantamiento de “Mujeres, Vida, Libertad” en Irán. Defendemos la lucha contra este continuum de violencias y deshumanización que opera en el capitalismo. Mientras no hagamos valer nuestra voz, el feminismo seguirá monopolizado en favor de un discurso que legitima este orden

El 16 de septiembre de 2022, Jina Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años, murió en Teherán a manos de la policía de la moral. Este asesinato fue el punto de partida de un levantamiento que sacudió Irán y el mundo. A partir del Kurdistán, el grito de “Mujeres, vida, libertad” recorrió las calles iraníes en un movimiento insurreccional y vital, global y proteiforme, que no pedía nada y lo exigía todo. Con el paso de los meses y frente a la sangrienta represión, el levantamiento siguió evolucionando, dando lugar a una red sin precedentes de formas concretas de solidaridad: manifestaciones espontáneas organizadas por barrios, vecinos que dejaban las puertas abiertas para permitir la huida de los y las manifestantes, manifestaciones nocturnas ante las cárceles para oponerse a las ejecuciones, huelgas de comerciantes, un comunicado unificado de los sindicatos1 para exigir condiciones de trabajo dignas, el fin de las políticas ecocidas, del armamento nuclear y de la privatización de los espacios naturales, así como la igualdad política de las mujeres, las minorías étnicas y nacionales y las personas LGBTQIA+ –que también son “punta de lanza de la revolución”–. La revolución feminista iraní es una revolución total. La cuestión no es llevar o no llevar velo: eso –nunca se repetirá lo suficiente en el contexto islamófobo en Occidente– deben decidirlo las mujeres por sí mismas. Lo que está en juego con el velo obligatorio en Irán es el control visible del Estado sobre todos los cuerpos y su sometimiento con el objetivo, para una minoría, de acaparar los recursos. La República Islámica gobierna mediante el apartheid de género y el racismo de Estado. La única forma que tiene de sobrevivir es a través del despliegue desenfrenado de una ley y un orden adaptados a las características raciales de las poblaciones a las que pretende subyugar. Todas estas técnicas impregnan la economía colonial global. No hay dos vidas iguales: esta realidad, puesta de relieve en Francia por el asesinato de Nahel en junio de 2023, puede encontrarse a todas las escalas, desde las costas mediterráneas que las prácticas de push-back han convertido en fosas comunes, hasta los barrios obreros de Europa, Mayotte y la Guayana Francesa, sin olvidar los de Brasil, Sudán, Palestina, Líbano, Afganistán e Irán.

El núcleo del feminismo que defendemos es la lucha contra este continuum de violencias y deshumanización que opera en el capitalismo. Mientras no hagamos valer nuestra voz, el feminismo seguirá monopolizado en favor de un discurso que legitima este orden. Este ha sido el caso durante el último año: las potencias occidentales no tenían más que admiración por el “coraje de las mujeres iraníes”, mientras extendían la alfombra roja a un feminismo liberal, islamófobo y transfóbico, que procuraba separar la lucha por los derechos de las mujeres de la lucha contra todas las opresiones desafiadas por los levantamientos revolucionarios en Irán. Hoy, esos mismos gobiernos occidentales aprovechan la desestabilización de la República Islámica por la calle iraní en sus juegos de poder internacionales, mientras abandonan a estas últimas a alarmantes oleadas de ejecuciones, arrestos y torturas. Nunca ha estado tan claro que la emancipación de los pueblos no es un tema de debate en la escena internacional. Por eso el silencio feminista no es una opción, y la ignorancia no es una excusa.

Aunque no se puedan decretar los caminos de la revolución, es esencial intercambiar los conocimientos y las habilidades de las resistencias locales, mantener redes de solidaridad concreta y tejer la trama de un pueblo movilizado a escala mundial. Es urgente aprender de la resistencia y los métodos del movimiento “Mujeres, Vida y Libertad”, y apoyar a nuestrxs compañerxs iraníes frente a la represión. De diferentes maneras, tenemos que enfrentarnos a aparatos estatales en manos de franjas radicalizadas de la burguesía, cuya retórica, ya sea religiosa o laica, oculta cada vez peor un proyecto similar y competidor para capturar las riquezas y explotar todo lo que está vivo. Hoy, después de haber pasado por un año de lucha social en Francia e Irán, nosotrxs, militantes de diferentes organizaciones vinculadas por preocupaciones feministas anticapitalistas, sabemos lo agotadora que es la lucha en la actual relación de fuerzas. Este agotamiento es parte integrante de las técnicas de gobierno contra el pueblo. Estamos colectivamente arrojados al caos climático, nuestros futuros hipotecados por las catástrofes, nuestro presente asfixiado por el estrés, la represión, los perfiles raciales, nuestros cuerpos agotados por el trabajo, la pobreza, la ilegalidad, la falta de atención y de consideración. Nunca ha estado más claro para nosotrxs que la retórica de la seguridad con la que nos alimentan a diario los medios de comunicación –propiedad de una oligarquía reaccionaria– trata en realidad de la seguridad de los campos de golf. Seguridad para el capital hasta que el mundo muera.

Esta constatación no debe hacernos perder de vista que no sólo es necesario sino posible organizar nuestras fuerzas y cambiar el curso de los acontecimientos. Es una vuelta de tuerca, nada fácil, pero viable. Y comenzamos afirmando que consiste, desde nuestra posición, en sacar urgentemente al feminismo europeo de su negación, enfrentándonos y combatiendo frontalmente su historia colonial, y orientando nuestras prácticas hacia una solidaridad y una reflexión transnacional. La revolución iraní no sólo se opone a las políticas mortíferas de la República Islámica, sino que esboza un proyecto de sociedad postcapitalista, solidario y emancipador. Es una lección de movimiento, de reinvención política y teórica, y por eso la lucha de lxs iraníes es la lucha de las feministas y de los cuerpos en lucha de todo el mundo. Mujer* Vida Libertad

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Sepideh Gholian es una periodista iraní especializada en derecho laboral y defensora del movimiento sindical, encarcelada desde 2018. Desde su encarcelamiento, ha estado cubriendo la situación de las mujeres en prisión a través de cartas y testimonios. 

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La lucha del pueblo iraní es la lucha de las feministas y de los cuerpos en lucha de todo el mundo

A iniciativa de la Assemblée Féministe Transnationale, esta carta de solidaridad con el levantamiento iraní “Femme*, Vie, Liberté” (‘Mujer*, Vida, Libertad’), firmada por una multitud de colectivos y personalidades de todo el mundo, afirma que, a pesar de nuestro agotamiento, es posible organizar nuestras fuerzas para cambiar el curso de las cosas. “La revolución iraní no sólo se opone a las políticas mortíferas de la República Islámica, sino que esboza un proyecto de sociedad postcapitalista basado en la solidaridad y la emancipación”.

Puede firmar esta petición haciendo clic aquí:. Firmantes :…

Fuente: CTXT

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