«Acoso callejero, cuando la calle no es tuya», por Mª Ángeles Bustamante Ruano

El acoso callejero es una forma de violencia de género, como todas las formas de violencia de género busca someter a las mujeres. Al vetarnos el uso y disfrute del espació público, espacio por si mismo no considerado nuestro, se nos reduce a seres sin libertad. Además el acoso callejero genera miedo, aliado imprescindible para intentar dominarnos.

Miedo a la libertad.

Miedo a ir solas.

Miedo a ser mujeres o a transgredir el mandato patriarcal.

Miedo a un ataque.

Miedo a una violación.

Miedo, miedo, miedo paralizante y deshumanizante.

Tanto las niñas como las mujeres aprendemos pronto que es el acoso callejero. Uno de los principales objetivos fue, es y, lamentablemente, será el acabar con las violencias contra las mujeres. Para alcanzarlo queda mucho; pero no por ello vamos a dejar de desenmascarar la violencia patriarcal, así como luchar contra ella.

Fuente de la fotografía: Facebook «Valencia antigua»

Cuando se ejerce esta violencia, cuando se padece esta violencia estamos ante una manera limitante, dicotómica, complementaria y violenta de entender lo qué somos y cómo somos las mujeres y los hombres (de hecho somos más que eso). Esta limitadísima concepción impide un desarrollo de la democracia y, por ende, de la ciudadanía plena. Ese hecho lleva a plantear la necesidad de avanzar hacia una democracia  en la diversidad, hacia una forma de organización política, jurídica,  cultural, social y económica de seres humanos cuyo rasgo fundamental resida en que el bienestar individual y público de todas las personas integrantes de dicha organización sea la suma de cada  una de ellas como seres completos. Para ello el status jurídico y  político esencial pasa por el diseño y el respeto de los derechos humanos, así como el ejercicio de los deberes respecto a la diversidad como principio inspirador, fundamental y transversal que  informa cada uno de ellos, lo cual requiere tener en cuenta las diferencias entre las personas y los grupos de personas. Diferencias entendidas como riquezas que se aportan a la sociedad desde cada quien con relación a sus aptitudes, intereses, capacidades, etc., sin limitaciones basadas en roles y estereotipos sexistas, racistas, etnocentristas, clasistas, esteticistas entre otros. Por tanto, para una realización real y efectiva de la democracia en la diversidad, se requiere el ejercicio de los derechos y de los deberes desde un prisma que contemple al ser humano de manera integral y grupal. Evitando en todo momento el ejercicio de la violencia para redirigir formas de ser y sentir amparadas en los derechos humanos, ya que los derechos humanos han de ser en todo momento el punto de partida y llegada. Para hacerla efectiva también se requiere un paso más allá, donde el poder y su ejercicio sea efectivamente transformador y no sólo coactivo. Será necesaria la creación de una nueva moral, que está todavía incipiente, del acto ciudadano, sobre todo, en cuanto a la repulsa de las violencias de género como forma de sometimiento y subordinación. En la actualidad, sigue cien por cien vigente el ejercicio de la violencia contra las mujeres, en realidad contra cualquier persona que no viva conforme al orden patriarcal, como medio de sometimiento y castigo. Ese sometimiento y castigo se ejerce contra el cuerpo como instrumento o intermediario para privar a las mujeres de otros derechos, pero se produce una sustitución del objeto (1), curiosamente cosificándolas, para atacar el alma, el pensamiento y la voluntad14. Por tanto, el orden patriarcal se erige en tribunal mundial sumarísimo para declarar culpable a toda persona que se permita aspirar a ser ciudadana plena y, sobre todo, en el caso de las mujeres, ya que dicha aspiración socava de manera diaria y directa los cimientos de dicho orden opresivo/represivo. Pero, cómo se lleva a cabo ese veredicto de culpabilidad. El mismo se hace efectivo a través de la violencia en general, pero muy especialmente a través de las violencias de género en cualquier ámbito, de cualquier forma, en cualquier lugar.

Dibujo de Goya

Desenmascarar ese ataque contra el alma, el pensamiento y la voluntad manifiestamente rebelde, que no se somete, es muy complejo e intrincado. Cierto es que cada día se es más consciente de los grandes obstáculos existentes y se conocen más sus mecanismos de funcionamiento; pero una vez se llega a ellos, los mismos mutan de apariencia y, de nuevo, hay que empezar a indagar para conocer y proponer nuevas formas de ciudadanía plena. Este hecho no es insignificante. De hecho es uno de los grandes problemas en la lucha por una sociedad más justa en la que la diversidad y la igualdad sea una realidad. Cada vez tenemos más herramientas jurídicas, pero en cambio, no siempre son todo lo efectivas para el fin que han sido diseñadas y, a veces incluso, puedan llegar a provocar efectos perversos en su uso y/o interpretación.

(1) FOUCAULT, M., Vigilar y Castiga, Ed. Siglo XXI, México, 1976, Págs. 23-27.

Fuente de la fotografía: Mª Ángeles Bustamante Ruano

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Existen interesantes iniciativas para tomar la calle a cualquier hora, como por ejemplo las acciones llevadas a acabo por el Col.lectiva Trastorna y TransfeminismosVLC:

Maravillosamente difundido por lxs compañerxs de Enredadas, de Radio Malva:

La defensa de las mujeres egipcias, principales víctimas de la situación anterior y la presente en Egipto. Mujeres luchadoras, que como en otras muchas revoluciones, son empleadas solo en el momento concreto y se les pretende detraer sus derechos una vez se avanza, aunque solo sea un apice.

La redacción y aplicación ajustada a los derechos fundamentales de las normas, en vez de la creación de obstáculos jurídicos de toda índole, así como quien no quiere la cosa.

Conocer los recursos existentes, como por ejemplo:

No me llamo nena,  Campaña contra el acoso callejero, Lavapies (Madrid)

Istanbul Hollaback, una gran iniciativa de una compañera turca

En la red tampoco, de protegeles.com

Y muchísimos más recursos de asociaciones y organismos oficiales.

NO TE CALLES, NO AL ACOSO, NO A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

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