Una vez más: Este espacio es nuestro, por Julia Sevilla, Red feminista y Amàlia Alba, Federació Dones Progressistes

Con mucha ilusión, con el cambio de gobierno, las asociaciones de mujeres nos encontramos repitiendo las palabras que en el encierro de octubre de 1999 realizáramos respecto del local de la calle Náquera: “Este espacio es nuestro”.

«No son cuatro paredes sino el fruto de muchos años de lucha de las mujeres». Pilar Soler, dirigente histórica del movimiento asociativo femenino, hoy fallecida, levantó su voz el día 26/10/1999 entre el medio centenar de mujeres, bajo el lema «aquest espai és nostre». Las asociaciones ocuparon de forma pacífica el edificio en un intento de frenar el «atropello» que en aquel entonces se produjo con el fin de trasladar la Dirección General de la Mujer a la Consejería de Bienestar Social. Y en esa ocasión pedimos la dimisión de las personas responsables de esa decisión.

A día de hoy, este local se encuentra cerrado y sin ningún tipo de uso, luego de que el Partido Popular en el año 2013 lograra finalmente trasladar esa Dirección e intentara vender o alquilar este emblemático inmueble.

Durante mucho tiempo (unos 30 años) un local en la calle Martínez Cubells ha sido la sede de las Asociaciones de Mujeres. Una historia conocida: el partido socialista puso en marcha, con los traspasos de competencias, las políticas de igualdad cuya sede ubicó en la calle de Náquera donde también se iniciaron las reuniones de las asociaciones de mujeres que fueron surgiendo con la llegada de la Democracia. Ante el aumento lógico del asociacionismo feminista y de su importancia en relación con el asentamiento de los derechos de las mujeres, se consideró la necesidad de que tuvieran un espacio propio al igual que lo tenían otros interlocutores sociales. Este fue el piso de Martínez Cubells.

Los planes de igualdad de nuestros sucesivos gobiernos fueron perfilando su cometido y evidenciando su importancia. Incluso el último de los aprobados para el periodo 2011-2014 dedicaba, al igual que lo habían hecho los anteriores, uno de los apartados, el Objetivo 8 a:

”Dinamitzar i donar suport ales associacions de dones legalment constituïdes perquè servisquen com a espai identificatiu de necessitats i demandes.”. También nuestra Ley de Igualdad (2003) legitima la existencia del Consejo Valenciano de la Mujer que se había creado por Orden de la Consellería de Bienestar Social en 1997. La ley de Igualdad, reconoce la obligación de la Generalitat de impulsar las políticas de igualdad, y dedica su artículo 50 a este Consell. Lo dota de rango legal, como órgano de participación imprescindible para asesorar a la Generalitat Valenciana en este cometido.

Pese a todo ese armazón garantista del asociacionismo feminista, hace algo más de un año y medio, el Partido Popular dejó de pagar el alquiler. Las asociaciones de mujeres hemos resistido en ese local y nos comprometimos a que nos quedaríamos ahí hasta que se celebraran las elecciones, ya que esperábamos que un nuevo gobierno encontrase un espacio adecuado al papel/función que cubrimos en la sociedad.

A las asociaciones de mujeres nos cuesta mucho ser reconocidas, pese a que sus finalidades y objetivos están recogidos por las leyes y los planes de igualdad.

Toda la vida de todas las mujeres es una lucha por el ser. Invisibles e invisibilizadas por las Constituciones y las leyes, dependiendo nuestra existencia como sujetos de la ideología de quien manda, de quien juzgue en cada momento nuestro derecho a la vida, al trabajo…a todos aquellos derechos con los que nace cualquier hombre por el hecho de serlo.

Llegaron las leyes de igualdad de muchas CCAA y la más importante, por su contenido y ámbito de aplicación, la Ley de Igualdad estatal de 2007 precedida por la primera ley del gobierno paritario de Zapatero contra la violencia de género. Ambas marcaron un hito. Pero las leyes son sólo una parte, igual que los programas de gobierno con los que los partidos se presentan a las
elecciones para conseguir el voto de la ciudadanía. Son compromisos, nada más y nada menos, y de su cumplimiento depende la credibilidad de los mismos. Pero también son solo compromisos.

Durante la República las asociaciones de mujeres tuvieron locales para llevar a cabo sus funciones en la ciudad de Valencia, como los habían tenido, aunque de rango mayor, los sindicatos. Pero mientras estos recuperaron todos sus espacios hasta formar parte del Título Preliminar de la Constitución Junto a las asociaciones empresariales, los partidos políticos, fuerzas armadas…. las asociaciones feministas no recuperamos nada de lo que se tuvo, ni siquiera los locales. Nuestra función social e interlocución ha tenido una recuperaciónmucho más lenta.

El lunes dejamos Martínez Cubells. Teníamos y tenemos, como tantos otros y otras, puestas nuestras esperanzas en el cambio, en el reconocimiento de nuestra singular travesía por el desierto. Por eso pedimos que se cumplieran los compromisos, la creación de un organismo específico al más alto nivel, la transversalidad de las políticas públicas de acuerdo con las directrices que marcan los organismos internacionales…ser consideradas interlocutoras sociales como se nos considera en la Ley de Igualdad estatal (art. 76 a 78) y también en la valenciana, como ya hemos dicho.

¿La ausencia de reconocimiento de nuestros derechos va a seguir sin causar alarma social?

¿Seguirán gozando del don de la invisibilidad nuestras demandas?

Creemos que no. Por eso hablamos no de un desahucio sino de un traslado.

Artículo de opinión en pdf.

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