¿Quién hubiera vaticinado el efecto que tendría un grupo de mujeres hablando sobre vaginas? Quince años atrás, Eve Ensler, que por entonces era una dramaturga de Nueva York moderadamente exitosa, dio a conocer la obra que había estado escribiendo durante dos años, Mónologos de la vagina. A partir de las entrevistas que había hecho con más de 200 mujeres, los monólogos resultantes -interpretados a lo largo de los años por actrices como Meryl Streep, Susan Sarandon y Oprah Winfrey- hablaban sobre las experiencias femeninas, la sexualidad, el abuso, el amor, los alumbramientos.
Pero Ensler no se detuvo allí. Alentada por el éxito de la obra -y por las historias que las mujeres le contaban después de las representaciones- creó dos años después el movimiento Día-V. Su objetivo es terminar con la violencia contra la mujer. Hoy se organizan en todo el mundo representaciones de la obra para recolectar fondos y el movimiento ya recaudó 85 millones de dólares que son usados para financiar proyectos para la mujer, incluído un ambicioso centro en Congo, que es oficialmente el peor lugar para ser mujer, de modo de apoyar a las mujeres que fueron violadas. ¿Podría haber anticipado Ensler su gran duración e influencia? “Todo fue un maravilloso misterio para mí” confiesa con una risa.
Nos reunimos en el atestado bar del hotel en Londres en donde se hospeda Ensler. Quienes la conocen siempre comentan el poderoso carisma de esta mujer. “Uno no se conecta así como así con Eve” dijo alguna vez Glenn Close, que interpretó esta pieza. “Uno se convierte en parte de su cruzada” agregó Close. De todos modos, Ensler es menos ostentosa y escandalosa de lo que ello supone.
Durante años lució una brillante melena oscura, muy particular, que la hacía parecer mitad pícara figura de libro de historieta, mitad guerrera con casco protector, pero la perdió después de someterse a sesiones de quimioterapia el año pasado, luego que le diagnosticaron cáncer de útero. Hoy lleva el cabello cortito. Terminamos sentándonos en sillas de un tamaño extrañamente gigante, lo que significa que ninguna de nosotras puede tocar el piso.
Hay algo bastante infantil sobre Ensler, de 58 años. A pesar de los relatos de horror que ha absorbido por las historias de vida de otras mujeres -así como las propias-, da la impresión de no ser cínica en absoluto. Está tan enojada con la injusticia como siempre, pero no está abatida.
Si Monólogos de la vagina comienza a parecer un poco trillado en el Reino Unido, es porque resulta sencillo olvidarse del impacto que tiene en otros lugares. “Esta semana se sumó Qatar y habrá mujeres allí que se van a subir al escenario para hacerlo y que van a arriesgar sus vidas con ello” explica Ensler. “Lo he visto una y otra vez, ese deseo de romper con tabúes, de contar secretos y de terminar con silencios -me parece algo muy poderoso y motivo de inspiración-”.
La obra más reciente de Ensler, I am an emotional creature, se basó en historias de adolescentes. Cuando se estre