Entrevista a la escritora Esther Tauroni Bernabeu

1ª) ¿Por qué se define como…Activista, Ingobernable,… ?

Activista porque no puedo permanecer impasible ante las injusticias y las discriminaciones. El activismo se asocia a la participación en eventos públicos, manifestaciones en los que apenas me dejo ver. Mi activismo es silencioso, lo ejerzo desde la escritura de libros y artículos desde los que invito a la reflexión, a la crítica y a la insumisión de roles y estereotipos.

Ingobernable porque pienso, observo, medito, me alejo e impido, en la medida de lo posible que me manipulen. Esas conductas están asociadas, generalmente, a la “anormalidad”, a la “rebeldía”, incluso a la “disocialidad”. Opino que quienes pretendemos que la sociedad progrese debemos ser anormales, rebeldes, disociales e ingobernables. Esa es la forma de avanzar. El incumplimiento normas injustas implica que se revisen y adecúen a la sociedad y momento que vivimos; la sumisión y aceptación nos dejaría estancadas.

2ª) ¿Qué temas o temáticas son fundamentales, le inspiran y/o interpelan?

Más que inspiración, en mi caso se trata de motivación. Me alteran y vuelven reaccionaria las injusticias sociales, especialmente las que vivimos las mujeres, simple y llanamente porque soy mujer y no necesito ni ser empática, las vivo en mis propias carnes.

A ello se suma mi maternidad, Tengo el deber de colaborar (en la medida que pueda, y de la forma que mejor sepa) en proporcionar a mis hijas e hijo, los tuyos y los de todas una sociedad igualitaria, libre de prejuicios obsoletos que perjudican y menoscaban la dignidad de las personas por razón de género. Una educación en igualdad es el mayor garante de una educación sin violencia.

3ª) ¿Cómo surge la idea del libro “Feminismo a través de la historia del arte”?

Por una parte soy licenciada en geografía e historia, máster y especialista en historia del arte; por otra Técnica Superior en Igualdad.

El arte, en sus diferentes facetas, atrae a todo el mundo, aunque sea por esnobismo nadie dice que no le gusta, en el peor de los caso hay quien dice que no lo entiende. Sin embargo la realidad es que no se dialoga con el arte ni se profundiza en las temáticas. Quien lo contempla únicamente aprecia la técnica o el estilo. Las instituciones museísticas tampoco ofrecen mucho más. En los catálogos de obras a lo sumo aparece una reseña sobre la autoría, medidas del cuadro, características del soporte o de los materiales utilizados, a veces también indican el lugar donde se halla la obra y un pequeño comentario sobre la biografía del autor y la temática. Francamente son datos que no enriquecen a nadie, son fichas vacías.

Los museos, colecciones y manuales que existen son templos pasivos del saber no tienen una función socializadora ni pedagógica. El arte, como producto y resultado de mentalidades, con un lenguaje universal, y su innegable poder de atracción debe servir para hacernos entender de dónde venimos y cuáles son los orígenes, más próximos o lejanos, de la sociedad en que vivimos.

Las producciones pictóricas y escultóricas revelan el papel que la mujer ha tenido en la historia, una historia misógina plagada de mitos y leyendas que han perpetuado roles y arquetipos. Una historia que ha normalizado violaciones y abusos que protagonizan salas de museos, que ha perpetuado perversiones, criminalizado a mujeres como brujas o femme fatale, relegado a las mujeres al ámbito privado, cosificado sus cuerpos, anulado en los retratos las capacidades intelectuales, convertido en musas e invisibilizado como genias o artistas.

Las imágenes artísticas, sin duda, nos permiten revisar, mejor que cualquier otro medio, la historia de las mujeres, su posición en la sociedad. El feminismo tiene a partir de ahora, y con mis aportaciones, una fuente inagotable de recursos primarios en los que analizar que fuimos y que necesitamos y queremos ser las mujeres.

4ª) ¿Por qué es necesario mostrar las cuestiones que se presentan a las mujeres en el arte?, ¿ha tenido que enfrentar algún obstáculo/s para llevarlo a cabo?

En primer lugar,  observar el papel de las mujeres en las obras de arte nos hace comprender que somos producto de la creación patriarcal que ha establecido a lo largo de la historia unos cánones de belleza que nos asfixian, una dualidad buena-mala mujer que engloba en el primer caso a la virginidad- maternidad y en el segundo a la Lilith-ramera, una ocultación de nuestras dotes intelectuales, una mitificación del rol reproductor y una negación del productor.

En segundo lugar en el arte, como en el resto de ámbitos culturales, se puede comprobar cómo el androcentrismo ha impedido que la mujer sea partícipe activa en el proceso creador situándola en un lugar pasivo, colaborador a lo sumo, dependiente, aficionada, nunca artista. Jamás genia, de hecho, ni la palabra existe. “El genio-la genia- la genialidad” deberíamos reflexionar sobre ello.

En tercer lugar, no solo se ha negado a las mujeres la oportunidad de ser artistas, también se les ha negado la oportunidad de tener referentes.

Es por tanto necesario mostrar el papel de las mujeres en el arte, rescatar sus obras, visibilizar sus vidas, abandonar el papel de musas, de muñecas rotas, y destacarlas como creadoras.

5ª) Las mujeres como sujetas creadoras y como protagonistas del arte, ¿están visibles? ¿Están ustedes, con sus investigaciones, mostrando otra historia del arte?

Afortunadamente se están rescatando nombres así como obras cuya autoría estaba siendo atribuida a los padres, maridos o maestros de las artistas.

Las instituciones museísticas están apostando fuerte, sirva para muestra el Museo del Prado que en sus casi 5 siglos de historia ha organizado ya dos exposiciones dedicadas a mujeres artistas, la primera en octubre de 2016 dedicada a Clara Peeters; la segunda en octubre de 2019 dedicada a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. (me río por no llorar). En el Museo Pio V, no se ha celebrado ninguna. Las obras de mujeres artistas solo representan el 5,19% del total de obras en la Comunitat Valenciana. Los museos y colecciones revelan la masculinización de las instituciones y lo gravísimos desequilibrios.

Mi aportación, a través de mis libros, es el estudio de las mujeres como protagonistas de las obras y su análisis desde la perspectiva de género. También rescato nombres especialmente de algunas pintoras que sufrieron malos tratos y vejaciones por parte de sus parejas que las anularon. Dora Maar, Camile Claudel o Elisabeth Siddal, son algunas.

6ª) La artista (en la historia del arte), ¿nace o se hace?

Por supuesto nace y la sociedad impide que se “haga”, que se forme, perfeccione.

Hasta bien entrado el siglo XX las mujeres tenían prohibído el acceso a las Universidades, también a las academias. En el mejor de los casos, cuando fueron admitidas asistir a clases de dibujo anatómico era impensable. ¿Cómo podría sentirse un hombre desnudo ante los ojos de las mujeres observándolo? ¿Podría permanecer impasible su falo? No, por supuesto que no. Otro ejemplo de cultura falocentrista.

Sin poder asistir a estas lecciones la mujer no tenía posibilidad, por muchas dotes o cualidades innatas, de pintar cuerpos desnudos, ni en movimiento ni, por lo tanto protagonistas de cuadros de historia que eran los que participaban en concursos, becas y distinciones.

La mujer se ha tenido que resignar, por mucho talento que tuviese a pintar lo que tenía cerca, próximo, en el hogar. Bodegones, paisajes, rincones han tenido que ser a la fuerza sus creaciones. Curiosamente, este tipo de pintura se llama “De género” y está catalogada como secundaria frente a la pintura de historia, posiblemente por ser sus creadoras las mujeres.

Las mujeres nacen artistas al igual que los hombres, pero a ellas la sociedad las estrangula, antes impidiéndoles asistir a clases, ahora imponiéndoles obstáculos como el suelo pegajoso o el techo de cristal. Con menos capacidades innatas, en algunos casos, a los hombres se les ha permitido estar presentes en todos los ámbitos académicos, perfeccionarse sin que las obligaciones fueran una carga y triunfar.

7ª) ¿Considera que tiene las mismas oportunidades en el mundo de la investigación que un investigador?, ¿se ha encontrado con situaciones sexistas?

Por supuesto que no tengo las mismas. La presencialidad continúa siendo un impedimento y las responsabilidades familiares también. La habitación propia que años atrás reclamaba Virginia Woolf, yo la tengo cerca de los fogones, vigilando mientras escribo, a un par de metros de la lavadora, escuchando el centrifugado como música de fondo en mis investigaciones y  a escasos palmos de la puerta de la entrada a mi casa vigilando, maternalmente, las entradas y salidas de mis hijas e hijo. Mi despacho, espacio de trabajo o habitación propia sigue siendo, como lo ha sido siempre para las mujeres, la cocina. Pero quizá, y hay que ser optimistas y irónicas, ese espacio nos proporcione una visión del mundo diferente, única y luchadora que es la que tenemos las mujeres.

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