Hoy en el Congreso hemos aprobado la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva. Nunca los avances sociales han sido fáciles, y menos los avances que conciernen a los derechos de las mujeres. Hoy estamos legislando para que sea reconocido el derecho de las mujeres a decidir sobre su propia maternidad. Con esta iniciativa se cumple una histórica reivindicación de tantas mujeres, de tantas feministas para las que ha tenido que pasar tanto tiempo hasta ver este momento. Desde mi grupo lo apoyamos y defendemos con convicción, porque la libre maternidad para las mujeres en nuestro país con este proyecto de ley deja de ser una cuestión de permiso supeditada a la interpretación de terceros y pasa a ser un derecho. Por ello, señora ministra, hoy me siento orgullosa de vivir en este tiempo y en este país, con un gobierno comprometido con la igualdad.
El debate de la interrupción voluntaria del embarazo en España es un debate de largo recorrido. Hace un cuarto de siglo se produjo de manera intensa en los términos de aborto, sí, aborto, no, y terminó con la despenalización en tres supuestos del delito de aborto pero sin reconocer el derecho de las mujeres a decidir. Entonces fue la mejor ley que se pudo ofrecer, pero hoy ya no es suficiente y parece razonable que nos adaptemos a la realidad. Además, esa realidad nos dice que históricamente desde los años setenta cada año 100.000 mujeres han abortado y abortan en España. Por ello, nuestra propuesta y nuestro empeño es que logremos que sean menos las mujeres que tengan que hacerlo y las que decidan interrumpir su embarazo lo hagan con más información, más garantías, más protección y más seguridad. Eso es lo que hoy debatimos, una legislación centrada en el derecho a la salud y en el reconocimiento de los derechos y la autonomía de las mujeres que trata por primera vez en la legislación española la salud sexual y reconoce el derecho a la libre maternidad. Lo hacemos a través de una ley de plazos combinada con indicaciones, eliminando del Código Penal el aborto como delito, eliminando la amenaza y la posibilidad de pena de cárcel para las mujeres que deciden interrumpir su embarazo.
Esta ley trata de dar seguridad jurídica para evitar que vuelvan a suceder los bochornosos episodios de persecución de mujeres y profesionales sanitarios que en 2007, actuando de acuerdo con la ley, fueron reclamados por los tribunales; trata de dar garantías sanitarias para corregir que tan solo un 2 por ciento de abortos se realice en la sanidad pública. En esta ley se contempla sobre todo la prevención. Por ello se enmarca en una Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva, porque todo aborto primero ha sido un embarazo no deseado y eso es lo que debemos evitar. De ahí la importancia que hemos dado todos los grupos que apoyamos la ley a la educación, a la sensibilización, al acceso a la planificación familiar y a métodos anticonceptivos. Esta es una ley ambiciosa y valiente que aborda el tema de una forma integral. Sin embargo, desde los sectores más conservadores, por no querer entrar en el fondo, han querido crear una polémica mediática.
El debate sin duda se encuentra plagado de condicionamientos morales y religiosos, aunque estos no deben ser los parámetros que rijan el trabajo de diputadas y diputados, sino la bioética y la Constitución. En el PP han intentado dar pasos atrás, reviviendo el debate de hace más de veinticinco años de si se está a favor o en contra. Se han opuesto a las recomendaciones de los organismos internacionales y han amenazado con un recurso de inconstitucionalidad, incluso antes de la redacción de la ley, con su recurrente obsesión de judicializar la vida política en un intento de conseguir en los tribunales la legitimidad que la ciudadanía no les dio en las urnas. Acusan de que se impone el aborto, de que será un descontrol, de que aumentarán las cifras y se usará como método anticonceptivo. ¿Es que en el PP no han escuchado nada durante todo este año de trabajo sobre la estrategia de prevención que está incluida en esta Ley de Salud Sexual y Reproductiva precisamente para disminuir el número de abortos en España? El número de interrupciones no tiene que ver con el tipo de regulación sino con la prevención, algo que para el PP a estas alturas de siglo aún parece tabú.
Esta ley también habla de la capacidad de decisión de las mujeres jóvenes. En España, la mayoría de edad sanitaria, la capacidad de decidir, está reconocida a los 16 años en la Ley de Autonomía del Paciente, en la que el Gobierno del PP en 2002 estableció la excepción de la interrupción voluntaria del embarazo, en un claro sesgo discriminatorio. ¿Creen que unos padres podrían obligar a una mujer joven a abortar? Seguramente todos contestaremos que no. Entiendan que tampoco deben poder obligar a esa misma mujer a ser madre. Por ello, lo que proponemos es que la capacidad de decidir radicará única y exclusivamente siempre en las mujeres. Por ello, este proyecto nunca prohibió ni prohíbe la información a madres y padres, incluso no impide, ni podría hacerlo, que alguien pueda opinar, compartir o ayudar a conformar la decisión de una mujer sobre un embarazo o sobre un aborto. Las mujeres ya buscamos apoyo en las personas que nos quieren y a las que queremos, pero hay que ser conscientes de que, desgraciadamente, existen situaciones en las que las jóvenes no pueden contar con esa protección, con esa comprensión y con ese amparo. Cuando una mujer de 16 ó 17 años tiene tomada una decisión como esta y no puede contarlo, ¿qué creen que hará? Por ello, hemos sido valientes y hemos reconocido lo obvio: que lo hará igualmente en las condiciones que sean. Por tanto, es necesario confiar en ella, no hacerle esta situación más difícil y contemplar, como hemos hecho, que cuando la joven alega un conflicto se pueda prescindir de la información a su entorno para que no signifique una limitación en su decisión o abocarla a un circuito de clandestinidad en el que se someta a un aborto ilegal y, lo peor, inseguro.
Con más represión, con más castigo, con más Código Penal no conseguiremos menores tasas de aborto en España, conseguiremos más sufrimiento; y con menos educación y menos acceso a métodos anticonceptivos no conseguiremos abstinencia, castidad o menor tasa de práctica sexual, sino más riesgo y más embarazos no deseados. Su postura, para no hablar del fondo y distraer la atención, está fuera de la realidad y no ayuda en nada a lo que se pretende con esta ley, que es respetar los derechos de las mujeres y disminuir el número de abortos en España; es hipócrita, porque una vez aprobadas las leyes también son protagonistas del ejercicio de los derechos. Es una lástima que ustedes no estén a la altura de otras derechas europeas, como la alemana o la francesa, que apoyaron leyes similares a la que hoy votaremos. Al contrario, en esta ley no somos pioneros. ¿Por qué en España no puede haber una ley homologable a los países europeos, como Francia, Alemania, Portugal, Inglaterra, Suecia, Holanda, o incluso Italia? La reforma que proponemos sigue la pauta más extendida de los países de nuestro entorno y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de Naciones Unidas, del Consejo de Europa y del Parlamento Europeo.
Esta es una de las leyes más debatidas de nuestra historia democrática. Se ha escuchado a todos los que tenían algo que decir, promoviendo el debate en un firme compromiso y propósito desde el Grupo Socialista de aproximar posturas, de buscar el mayor consenso posible, tal como comprometimos en nuestro programa electoral. Comenzamos en 2008, sentando las bases de consenso de lo que hoy estamos debatiendo. Nadie puede decir sin faltar a la verdad que el debate no se ha hecho con serenidad, con rigor y con seriedad. Hoy asistimos a un debate con un amplio consenso en torno a esta ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Es un consenso que se ha materializado con el trabajo de ocho grupos políticos que hemos sabido conciliar posturas para hacer la mejor ley posible y que hoy podemos decir que esta ley es de todos; un amplio consenso a favor de los derechos de las mujeres del que el PP se queda nuevamente fuera. Para una mujer no es sencillo tomar la decisión de no seguir adelante con su embarazo. No es deseable para nadie ni por nadie. Pero una vez llegado a este punto, salvaguardemos la seguridad y la dignidad de las mujeres.
Por último, quiero dar las gracias a todas las mujeres que han ido abriendo las puertas de los derechos y las libertades, porque hicieron este trabajo con paciencia, con inteligencia, con generosidad, pensando en quienes les íbamos a seguir y sobre todo convencidas de que valía la pena. Les damos las gracias porque supieron que lo personal es político y, como dijo Simone de Beauvoir, no se nace mujer, se llega a serlo. Hoy damos un paso más hacia nuestra sociedad, una sociedad que soñamos y una sociedad por la que estamos trabajando, más justa y más igualitaria.
Fuente: Mujeres en Rojo
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