«El obstáculo, los obstáculos» por Mª Ángeles Bustamante R.

Como dice Celia Amorós en su artículo la Idea de Igualdad , «el feminismo trata de dar su expresión teórica a un proceso de cambio social que tiene implicaciones en todos los niveles de la existencia humana: en el nivel económico, en el político, en el orden cultural y en el de las organizaciones simbólica».

Desde este punto de partida, formamos partes de una sociedad patriarcal en el que los roles de cada uno de los sexos están cien por cien predeterminados de manera imperativa e injusta. Cierto es que se ha avanzado mucho, hemos conseguido ir deconstruyendo un orden represivo o por lo menos lo socavamos; pero quizás, donde menos se ha conseguido todavía ese cambio, esos cambios, es en el ámbito privado. Un ámbito donde se supone que todo es presidido por la idea del amor, en este punto, se produce un choque gigantesco y violento entre la idea del amor y la idea de la igualdad. Muchas y muchos podemos tener prácticas más o menos igualitarias en otros ámbitos, pero ¡ah, cuidado!, estas se quedan en el vano de la puerta o un metro antes de llegar al mismo. Me explico, en base a la idea de amor nosotras debemos ocuparnos de todo lo relativo al cuidado en sentido amplío, criaturas, personas dependientes en general, a la limpieza, ¡hay que sacrificarse y ser entregadas!. Todas estas funciones se traducen en la realidad de las mujeres en algunas cifras , por ejemplo:
– En 2008 las excedencias por cuidado de hija/hijo las utilizaron un 94,4% de madres.
– En 2007 las excedencias por cuidado de persona dependiente las emplearon un 82,34% de mujeres.
– En 2008 los permisos por maternidad fueron disfrutados en un 98,45% de mujeres.
– En 2004 un 99% de mujeres trabajaban en jornada parcial por razones de cuidado a criaturas y personas dependientes.
Como hemos podido leer, la idea de amor tiene una materialización clara en la realidad de las mujeres y en la división sexual del trabajo. Con estas cifras se pretende una pequeña aproximación al “enemigo dentro de casa”. Ese enemigo a mi modo de ver no son las familias en sentido amplío o las parejas en sentido más nuclear, sino más bien que las mismas se aprovechan descaradamente de la idea de amor, es decir, de un amor mal entendido e injusto. Porque ciertamente, si habláramos de amor real y democrático desde luego no podríamos apelar a la idea de amor patriarcal que se nos mete en vena día tras día desde nuestro nacimiento, aunque quizás ahora desde antes. Ese amor que aniquila a las mujeres y las convierte en esposas, parejas, madres, hijas, pero nunca bajo ningún concepto se plantea que las mujeres somos seres completos, libres, ciudadanas. Ahí esta el quid de la cuestión.

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