El 25 de noviembre de 1961, el IJ4, órgano del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, liderado por Manolo Tavárez, puso a circular una edición especial dedicada al asesinato de las hermanas Mirabal, acaecido un año antes, en 1960, en plena vorágine de terror de la dictadura trujillista.
“Las Mártires de Salcedo”, titulaba el IJ4 la portada de esta edición histórica que, por primera vez, puso en manos de la población dominicana un recuento de la vida, la persecución y el vil asesinato contra Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes.
Sus muertes y la de Rufino de la Cruz, quien las acompañaba, sacudió la conciencia nacional y marcó el derrumbe definitivo de la dictadura.
Al cumplirse los 50 años desde este crimen, la revista Quehaceres levanta su voz para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, ya no como las Mártires de Salcedo, sino como lo que ellas representan ahora: El símbolo global de la lucha frente a una de las más terribles plagas de la humanidad: La violencia en contra de las mujeres.
Desde que en 1981, durante el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, la delegación dominicana propusiera el 25 de noviembre como un día para visibilizar y denunciar las múltiples formas de violencia que sufren las mujeres en la sociedad patriarcal y machista, sus nombres, sus luchas y sus dolorosas muertes han ganado un lugar en el corazón de personas que, en todo el mundo, levantan banderas de paz, democracia y justicia social.
La resolución de las Naciones Unidas que consagra el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobada en Asamblea General el 17 de septiembre de 1999, no hizo más que “oficializar” una fecha que desde hacía tiempo formaba parte de la agenda mundial del movimiento feminista y de mujeres.
A 50 años del asesinato de las hermanas Mirabal y a once de la emisión de esta resolución, permanecen los modelos de subordinación patriarcal y los altos índices de violencia contra la mujer. En el caso dominicano, las estadísticas arrojan que entre enero y agosto de este año, 148 mujeres murieron como resultado de la violencia machista.
Datos recientes confirman que la violencia contra la mujer es la más extendida de las formas de violencia en nuestro país. A pesar de su magnitud y de la sistemática labor de denuncia de las organizaciones feministas, este tipo de violencia continúa invisible para la mayoría de la población, que clama indignada por la “inseguridad de las calles” pero se hace ciega y sorda frente a la violencia puertas adentros.
50 años después de la partida de las Mirabal, el modelo de mujeres que ellas representan, aun asombra. Ser como ellas es todavía una tarea que resulta difícil para la mayoría de las dominicanas.
Medio siglo después y cada día más, descubrimos nuevas facetas en la corta trayectoria de vida de las Mirabal que nos llenan de admiración y asombro. También reconocemos en Dedé, la hermana sobreviviente, la heroicidad no sólo de sobrevivir y cuidar de sus hijos y de los de sus hermanas, sino
también de conservarlas “Vivas en su jardín”, para que en nuestro país y el mundo, al rememorar la horrenda violencia que tronchó sus jóvenes vidas, crezca, cada vez con más fuerza el clamor por una cultura de paz: !!Ni una muerta más!!!
Revista Quehaceres
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